Pakistán

El consumismo vergonzante

En Pakistán no existían hasta hace poco las grandes superficies comerciales. El comercio estaba destinado a los bazares, tiendas y mercados locales. Pero esto ha empezado a cambiar con la vasta inversión que el grupo alemán Metro ha lanzado, a través de la cual se abrirán centros comerciales de grandes magnitudes en las más importantes ciudades del país durante los próximos meses. En Islamabad ya han roto el hielo con la apertura de un establecimiento el pasado mes y se puede hablar de que están causando toda una revolución. Eso sí, la revolución, como siempre, es sólo para las clases pudientes. Porque la inmensa mayoría de la población ni siquiera puede entrar en Metro. Para ello es necesario tener una tarjeta que acredite que posees un negocio y el mínimo de compra exigido son 2.000 rupias (cerca de 20 euros), en un país donde el salario mínimo marcado por ley es de 4.500 y hay muchas personas que ingresa aún menos (mucha gente en Pakistán cobra en negro). Casi 80 millones de personas se encuentran en situación de “inseguridad alimentaria”, según la ONU, por no poder afrontar la tendencia hiperinflacionista de los productos básicos como la harina de trigo, que escasea. Pero el Gobierno, mientras promete poner parches a esta crisis, no hace ascos a la llegada de inversión extranjera para ayudar a instaurar en el país un modelo de consumo desconocido hasta ahora. Paradójicamente, Metro se erige frente a un campo de refugiados afganos de desvencijados habitáculos. La foto vale más que mil palabras.

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