Tal hipótesis me dejó helado, sentí vértigo. En fin, pensé que las cosas no tienen porqué ser necesariamente. ¿Cómo sería el mundo hoy sin Alemania? A lo mejor no demasiado diferente. A lo mejor irreconocible. En el fondo y ciertamente debido a mi germanofilia me entró algo de melancolía. Poco más de una década de fatalidad podía haber echado por la borda siglos de trabajo. Además cuál de las más antiguas naciones-estado no ha cometido crímenes de los que arrepentirse. Ninguna. De hecho, muchas siguen festejándolos. En Alemania, todavía hacen falta algunas generaciones para que los alemanes se sientan alemanes sin tener que mirar de reojo al pasado. El más lejano les golpea por fuera, el más cercano les golpea por dentro. Este otoño se han cumplido 16 primaveras y los comentaristas insinúan jugando con lo de la edad de la adolescencia que son momentos de inseguridad. Que todavía hacen falta otros 16 años para llegar a la edad adulta.
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